La col lombarda es, lamentablemente, un vegetal muy subestimado.
Aunque lo asignamos a la época de invierno, las primeras variedades ya se cosecharon en junio y julio.
Como el color revela, la col lombarda es muy especial y debe estar mucho más a menudo en nuestros platos, preferiblemente de forma cruda. El pigmento de color, la antocianina, es un fuerte antioxidante y contiene mucha vitamina C. 200 g de col lombarda cubren las necesidades diarias de vitamina C. La antocianina mejora la vista y del comportamiento cognitivo.
Además, la col lombarda tiene niveles muy altos de vitamina K, una vitamina que es esencial para la coagulación de la sangre.
El jugo de col lombarda fomenta la formación de glóbulos rojos y mejora la circulación sanguínea. La piel se vuelve suave y luce su resplandor natural.
La col lombarda, con sus efectos antibacterianos y antiinflamatorios por los aceites de mostaza y las antocianinas que contiene, también ayuda con las infecciones del tracto urinario como una infección de vejiga.
Los aceites de mostaza también fortalecen el sistema inmune.
Es importante cocinar la col lombarda solo brevemente, o preferiblemente comerla cruda, porque el contenido de antocianinas y vitaminas se reduce muy rápidamente con el calor.
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